Seguramente la conjunción de dos planetas es sólo un pretexto. El pretexto para conectarse.
El atardecer es transición, un rato de silencio que hace mutar el paisaje: el suelo, lo terreno, ya no será protagonista. La luz cercana del sol se esparce por el aire y lentamente la transparencia va ganando su lugar. Una lluvia de luces viejas nos rodea, cae.
La Luna,
Venus y Marte se van con la última claridad del oeste. Todo el
paisaje ahora contempla el azul profundo de la bóveda. La piel fría nos mantiene atentos.
Nada se mueve esta noche en El Boquerón.
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