La cacería del cometa siguió por mejores cielos, ahora desde una zona menos poblada/iluminada: Playa Dorada... entre Mar del Plata y Santa Clara. La diferencia entre el cielo de mi terraza y este es increíble, aunque el lugar no es completamente oscuro y la noche con humedad ayuda a que las luces se dispersen como una tenue burbuja anaranjada sobre nuestras cabezas.
El cometa junto a las Pléyades.
Por suerte conseguí un compañero en este nuevo intento de registrar al visitante planetario. Pablo Cauda además de encontrar un buen lugar, ayudó a mantener la calma y confirmar si estaba delirando cuando me pareció que esta vez se vislumbraba la cola del cometa. Una muy débil "evaporación", un rasgo que cuando lo mirás ya no está y cuando creiste que fue un fantasma y desviás la vista... vuelve a aparecer! "Pablo, soy yo o acá se ve..."
En las fotos apenas se percibe, pero un poco de realce con Photoshop y ahí está!