Cuando entrás al taller de Bruzzone, no se puede hacer ruido. No hay carteles que lo prohiben, pero es una sensación de respeto que te deja mudo. Todos los elementos en esa habitación te hablan, te cuentan del espíritu de ese artista, sus ideas y pasiones llenan las paredes. El maestro todavía anda por ahí. Parece que anoche dejó los pinceles secando y ese cajoncito abierto o ese óleo fuera de la caja. De a ratos suena un tango y si te ponés a escucharlo y mirás con atención... Bueno, puede ser que esas cosas me pasen a mi nada más.
Me encanta tu percepción y tu registro. Tu sensibilidad hace la diferencia!!!
ResponderBorrar