miércoles, 29 de abril de 2015

Todos sabemos usar el Photoshop

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Retoque de piel. HDR. Efectos “vintage” (o Instagram, es decir, esos procesados con exceso de saturación y de viñeteado o desaturación de algunos colores y, por supuesto, viñeteado!). Estos trucos tan vistos actualmente se pueden aprender con tutoriales a través de Internet. Y cientos de otros más, si tenemos tiempo y paciencia. También se puede aprender PS “tocando”. Varias herramientas son intuitivas y nos permiten experimentar, ver qué pasa. Entonces…

¿Es necesario hacer un curso de PS?


Hay algunas razones por las que creo que vale la pena la inversión. 

Dependencia. Una analogía que se me ocurre es con el aficionado que compra una cámara moderna, las que tienen una serie de configuraciones especiales para cada situación a fotografiar (los modos preestablecidos que muchas veces aparecen como SCN o Scenes, Escenas). Por ejemplo: Retrato, Deportes, Paisaje, Retrato nocturno, Texto, Museo, Fuegos artificiales, Amanecer/atardecer, Nieve y la lista es larga. Cada posible situación parece contar con una solución automatizada. ¿Y si mi paisaje es con nieve y nocturno? ¿O el retrato es dentro de un Museo? ¡Esas combinaciones no aparecen! El misterio se acaba cuando aprendemos fotografía y descubrimos que todos esos modos son variantes de herramientas básicas: apertura, tiempo, sensibilidad, con ayuda del balance de blancos o el flash. Ahora tenemos las herramientas para resolver cualquier situación… rompimos con la dependencia de esos automatismos preestablecidos.

Hay cientos de tutoriales en Internet que explican como hacer todo tipo de cosas, desde ajustes simples hasta ediciones complejas. Nos dan recetas, paso a paso. Pero sucede que en la mayoría de los casos sólo sirven para ese ejemplo específico del tutorial. Cuando uno lo aplica con sus fotos… no queda igual. Cuando se aplica sobre una foto algo diferente, un desastre. También existen Acciones y Plug-in’s que podemos conseguir para efectos o ajustes determinados. Nuevamente estamos dependiendo de una receta, que va a dar un resultado preestablecido.

Un curso no debe enseñarnos trucos, sino explicarnos el lenguaje de base, para que nosotros podamos hacer lo que nos cante nuestra imaginación. 

Tiempo. La experiencia y la práctica son intransferibles, debemos transitar para obtenerlas. Aunque podemos ahorrar tiempo y avanzar en el camino, pararnos sobre lo que sabe/aprendió otra persona para seguir experimentando y llegar a cosas nuevas. 

Criterio. A fuerza de ver y hacer, en ese juego de adquirir conocimiento y ponerlo en práctica, se va gestando el criterio, el refinamiento de la técnica, la búsqueda de un lenguaje propio. Para esto no hay atajo ni trampolín.  

Método. Con Ps se puede llegar al mismo resultado por diferentes vías. Para no perdernos en el camino de la experimentación me parece conveniente desarrollar un método.

En mi caso, que utilizo el Ps para trabajar, hay algunas variables que necesito mantener. Una es la calidad, ya que el momento de la toma muchas veces es fugaz e irrepetible y es ahí donde recolecto toda la información con la que voy a contar para trabajar. Esa información (detalles, tonos, etc.) son también el resultado de haber elegido una determinada cámara, lente, iluminación. Una sucesión de acciones individuales pueden deteriorar la imagen de forma gradual durante el proceso de edición. Mi otra prioridad es la editabilidad. Los procesos de creación, sean para un trabajo o para un proyecto personal, pueden cambiar de rumbo o modificarse durante su realización. Que mi proyecto se mantenga editable, lo vuelve flexible a los cambios y no me pone en la situación de haber trabajado muchas horas para nada. 

Los métodos de trabajo son resultado de la acumulación de experiencias, revisadas, puestas en orden y a prueba. No es el tipo de información que aparece habitualmente en Youtube. Los tutoriales no son todos malos ni incompletos, tampoco las acciones y los plug-in’s, más bien creo que pueden ser de mucha utilidad una vez que uno conoce la herramienta y maneja el lenguaje. 
La formación nos abre la puerta y nos introduce en ese mundo con una base sólida. A partir de ahí podemos jugar, experimentar, probar, leer, mirar, ampliar, poner en jaque las recetas, cambiarlas, hacerlas crecer…