Debe haber sido mi cuarta o quinta visita al Museo de Arte Contemporáneo cuando tocó la fotería nocturna del Taller en ese lugar. Y entré preguntándome que podría encontrar para fotografiar que no fuera hacer un registro de la obra expuesta. La concentración tarda unos 30 minutos en cruzarse conmigo y mi cámara... a veces sigue sola y otras torcemos el camino y seguimos los tres juntos.
Me puse a ver en colores.
Me puse a ver en colores.
Con más razón siendo una muestra de arte Pop, lo cromático fue una parte importante del trabajo del curador. Pero antes no me había llamado la atención, fuera de su función como diferenciador de las tres salas o ser una especie de señalética/guía de recorrido.
El ojo desenfocado, libre de detalle, me hizo reparar en el balance, en la sutileza, en la armonía con que se usó el color.
Y lo disfruté.
Y lo disfruté.